lunes, 21 de diciembre de 2009

ESE RECREO INOLVIDABLE

Primavera joven, arde el sol en el bronce.
Recreo, por fin!
El baño del sótano, húmedo, penumbroso.
La pollera a cuadros desplegada sobre el rostro avergonzado.
Besos cerezas, sílabas líquidas,
uñas, piel, pelos, sal,
palabras rotas bajo la mano gruesa.
Letras negras, esos jeroglíficos pubianos alborotados.
Un retrato santo ignora y calla desde la pared.
Palomas en la ventana,
grafitis de amor,
corazones despintados.
La jalea virginal brota y humecta
la hendija carmín;
leche y miel,
fuego nuevo, fuego lento, fuego sagrado.
Susurros y sombras tiñen los pechos tiernos,
pequeños caracoles blancos bautizados de espuma.
Vení,
más,
más...
Ahora date vuelta, bonita.
Tus nalgas, pedazos de pan, mejillas del diablo.
Caricias ágiles y febriles,
Elásticos descocidos,
puntillas de algodón con florcitas lilas,
regalo de la tía.
Dame, vení...
más...
Sí, profe.
Está por terminar el recreo,
un poco más...
Sí, Profe...
Profe Ramírez... hoy no estudié la lección.
Calor, vértigo, sudor.
No importa, ya vas a aprender...
No te asustes, vení.
Yo te voy a enseñar el revés de la trama,
el profundo latido de la vida,
el otro lado del mundo,
date vuelta, cerrá los ojos,
sentí:
los egipcios,
los indios,
los esclavos.
La historia del hombre se aprende así, chiquita...
Quiero más, profe.
Más... más...
Medias azules, botones abiertos y húmedos.
Timbre...
Cielo al revés, quieto silencio.
Terminó el recreo.
Terminó.
No te olvides, para el martes el capítulo seis.
Sí, profe:
los fenicios,
los inquisidores,
los romanos.
No lo olvidaré,
gracias, profe.